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di Daniel Verdú

Giorgia Meloni (Roma, 43 años) es hoy la líder de moda en el volátil escenario político italiano. La jefa de Hermanos de Italia es la segunda más valorada del país (solo por detrás del primer ministro, Giuseppe Conte) y su partido es el que más ha crecido en los últimos meses (hoy tendría alrededor de un 16% de los votos). Joven, escoradisima a la derecha (parte de su partido procede de los rescoldos de Alianza Nacional y del posfascismo del MSI) y de ideas fijas, le está comiendo la tostada electoral a Matteo Salvini, que ha perdido exactamente los mismos puntos que ella ha ganado en los sondeos. Ha pasado de ser la hermana pequeña de la coalición que su partido forma con la Liga y Forza Italia, a una firme candidata a ser su líder.

Giuseppe Conte ha convocado este fín de semana unos Estados Generales para hablar de la reconstrucción del país. ¿Por qué no ha ido la derecha? «Los debates de la República se hacen en el Parlamento. Si quiere hablar con nosotros puede comparecer en la Cámara o citarnos en el palacio Chigi. No vamos a jugar a las pasarelas en un momento en el que un tercio de los italianos se asoma a la pobreza. Es una pantomima».

Hay una parte del Partido Democrático (PD), socios de Conté, que piensan parecido a usted. Sopla viento de crisis de Gobierno. ¿Participarían en un Ejecutivo de concentración? «No, mis recetas de política económica no tienen nada que ver con las de la izquierda, Pero los que todavía tienen algo de lucidez, también en el PD, entienden cuánto se parece esto a lo que hacia Luis XVI antes de la Revolu ción Francesa. Apunta a reformas que irán para largo y así aguanta en el cargo. La única manera de reconstruir Italia son unas elecciones».

Hermanos de Italia está disparado en los sondeos. «Hemos sido un partido muy valorado durante muchos años, pero cuando se votaba no llegaba ese apoyo. La explicación es que éramos demasiado pequeños y los italianos tenían miedo a desperdiciar el voto. Una vez superado el suelo mínimo en las europeas, nos hemos vuelto un partido votable. Tenemos datos similares a los que tenía Alianza Nacional (AN) en su mejor época. Hemos reconstruido esa área política y muchos de esos electores están volviendo a casa».

¿Usted es la Gianfranco Fini, el que fuera líder de AN, actual? «La comparación con Fini, tal y como fueron las cosas, no es un buen augurio. Pero estoy contenta de que gracias a la valentía que tuvimos de arriesgarlo todo fundando un partido a 30 días de las elecciones hoy exista de nuevo la derecha tradicional en Italia».

Su partido está hecho también con pedazos del Movimiento Social Italiano (MSI) y de la derecha posfascista. ¿Se siente cómoda con esa herencia? «No tenemos ningún vinculo con el fascismo. Sí con una derecha republicana, que ha hecho su trabajo con honestidad, orgullo y pasión. Pero no tenemos relaciones con el fascismo, que terminó hace 70 años y yo nací en 1977. Las batallas por la democracia las libra hoy Hermanos de Italia».

Me refería al posfascismo. Pienso en Giorgio Almirante. «Almirante fue el lider del MSI, un movimiento parlamentario. Fue reconocido por todos co mo uno de los mejores políticos de la historia italiana. A su funeral acudieron los líderes del Partido Comunista Italiano. Dejó huella y para mí es una referencia. Pero eso no es ser heredero del fascismo».

Almirante formó parte de la República de Saló, escribió en el periódico Defensa de la Ra2a, fue dirigente fascista… «Como tantos italianos en aquel tiempo. Italia era toda fascista hasta 1945. Hubo muchos otros que lo fueron, pero cuando terminó se pasaron al otro lado y se olvidó su historial».

Salvini decía hace poco que el norte no era Italia, gritaba “Roma ladrona”: hoy ondea la bandera tricolor. ¿Es fiable un socio que cambia así de opinión? «Debe preguntárselo a quien le vota».

Pero usted es su socia. «Salvini cogió un partido que decía lo contrario de lo que dice ahora y ha conseguido convertirlo en algo completamente distinto. Ha hecho un trabajo extraordinario. Estoy contenta porque las ideas que encarna hoy la Liga son mucho más parecidas a las que yo he defendido siempre. Recuerdo grandes peleas cuando estábamos juntos en el Gobierno porque se oponían a la celebración de los 150 años de la unidad de Italia».

¿Pero se lo cree? «Yo soy muy rígida con los valores, pero cada uno tiene su modo. Creo que no se puede hacer algo así sin estar convencido. Y hoy tengo un aliado con más cosas en común de las que tenía AN con la Liga entonces».

¿Aspira a liderar la coalición en algún momento? «No apunto a nada personal, sino a hacerlo con nuestros aliados. En nuestra alianza siempre hay la misma regla: el primer ministro será el lider del partido que saque más votos. Hoy sería la Liga, pero los italianos deberán decidir si las cosas deben cambiar».

¿Usted garantiza la permanencia de Italia en el euro? «Nunca hemos propuesto salir, aunque no lo veneremos. Las monedas son instrumentos, no objetivos o dióses. El euro es una moneda que ha generado agravios: estaba acuñada sobre la fuerza económica de Alemania. Y eso hizo: fortaleció a quien ya era tuerte y debilitó al resto».

En Europa se unieron al grupo de Europeos Conservadores y Reformistas (ECR). «Compartimos la idea de una Europa distinta de esta, y eso no es salir o destruirla. Yo querría una Europa que no me diga lo largas que deben ser las zanahorias, pero que se ocupase de la política internacional».

¿Y con Viktor Orbán? «Claro. Si sale del PP europeo seria su colocación natural. La principal delegación de los conservadores hoy son los polacos, un aliado histórico de la Hungría de Orbán». 

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